Perdieron a un familiar, les extirparon un pecho, padecieron una enfermedad o tienen un hijo con parálisis cerebral y, pesar de convivir con el dolor tan de cerca, celebran fiestas durante todo el año en las que no dejan de sonreír ni un momento.
El fin lo justifica todo en sus casos: recaudar fondos para mejorar la calidad de vida de quienes sufren destinos similares a los suyos. En muchos casos evitar que otros sientan el latigazo de ese escalofrío azul que te recorre la espalda cuando las Eneidas se apostan tras tu puerta o cuando las palabras cáncer o discapacidad te golpean con fuerza en la boca del estómago.
Son personas normales, de esas a las que los problemas cotidianos se la refanfinfla, porque saben qué cosas son importantes y qué metas merecen que todos nos levantemos y nos pongamos a andar juntos. Recuerden que no son simples optimistas, sino pesimistas que han sufrido tanto que hoy se carcajean de la vida en su cara, como dice la periodista Lola Vera.
Muchas son mujeres. Líderes voluntariosas, de las que lloran en su casa y se calzan acto seguido la capa de superheroínas fuera para defender lo que es justo. No les avergüenza emocionarse cuando tienen que hablar en público, recordar su historia y levantar corazones, y despiertan conciencias cada día. A mí personalmente me dan una lección de humildad y de humanidad tras otra.
Dicen que no es lo suyo conceder entrevistas y se enfadan cuando no las escuchan. Helen Watson, mi maravillosa presidenta de Ibiza y Formentera Contra el Cáncer, me pide que en las notas de prensa “meta caña” a la población de riesgo para que se someta al test de detención del cáncer de colon, y me cuesta frenarla. Se frustra cuando ve cómo la gente no se hace esta sencilla e indolora prueba, que sufragó su Asociación durante dos años, cuando la Seguridad Social no la tenía incluida en sus servicios. Háganle caso, satisfagan a Helen, si tienen entre 50 y 65 años, pidan a sus médicos de cabecera este sencillo test, no les costará nada y puede que a cambio les salve la vida. Se lo digo porque esta superwoman consigue siempre lo que se propone y si no les cogerá a cada uno de la oreja por la calle. A mí me llevó a escribir un monólogo y a interpretarlo con el mismísimo Pepe Ruiz, mucho más que Avelino de “Escenas de Matrimonio”, un gran actor y mejor persona, quien ejerce de padrino de IFCC, por obra también de la señora Watson.
El lunes pasado Helen, Berno, Tania y todas esas británicas risueñas que se toman muy en serio su Asociación y a la sociedad pitiusa, presentaban el maravilloso tapiz que han confeccionado durante un año para no olvidar a quienes padecen o han padecido cáncer y que ve ya la luz cada día en el Hospital de Can Misses. Su misión es rendir un homenaje a las víctimas de esta enfermedad y recordarnos, además, que muchas veces está en nuestras manos no ser una más. También mostraron orgullosas las diez sillas y cinco televisiones que han adquirido para la sala de quimioterapia del centro, mientras que el martes repartían fruta a cambio de cigarrillos en Vara de Rey. Helen es la James Bond de Ibiza, y la agente especial contra el cáncer. En su caso no se le caen los anillos para pedir ayuda y colaboraciones porque sabe que su misión es de extrema importancia. Yo desde aquí me confieso su fan número uno.
Mari Carmen Gutiérrez esconde en la mirada una pena que se viste de esperanza. Perdió a su hija por el cáncer y las dos compartimos medio corazón roto, pero hemos sabido poner en marcha la otra mitad para que lata con más fuerza y equipare el ritmo. Ella se ha involucrado en la financiación de un proyecto que precisa una inversión de 150.000 euros en tres años, destinados a buscar, ni más ni menos, que una cura contra el cáncer mediante marcadores tumorales. Su sueño es que un simple análisis de sangre nos permita dentro de muy poco saber si tenemos esta enfermedad y atajarla en estados primarios. Como Helen tiene la capacidad de contagiar su energía y vitalidad y el próximo 15 de junio nos llevará a todos a Palma, más concretamente al Restaurante Es Baluard, para recaudar fondos, unir fuerzas y apoyar su causa que es también nuestra. Mari Carmen abraza, da las gracias, se mete “en embolaos” y tiene unas ganas locas de aprender, de seguir hacia delante y de cambiar las cosas que no le gustan. La gente que no se sienta a llorar sino que se impulsa con su dolor para seguir remando es la que al final no se ahoga. En mi carpeta de ídolos también sonríe la familia Torres Gutiérrez al completo.
Carmen Bonet es la coordinadora de Apneef y una “jabata” que lo mismo organiza una subasta de arte, que un concurso náutico o una gran gala en El Lío. Lo tiene fácil con compañeras de batalla como Alba Pau o Susi Fresneda. Todas comparten un dolor que es su principal alegría, sus hijos, y saben que los niños especiales lo son, y mucho, porque tienen la virtud de hacernos sentir mejores personas. Ellas te revuelven el alma y desde que las conozco siento más respeto si cabe por las madres coraje, esas que ante una mala cara te devuelven una sonrisa porque ven donde otros no atisban.
Podría seguir y nombrarles a muchas más ONGs de Ibiza, a profesionales, a voluntarios, a luchadoras anónimas que se enfrentan cada día al destino para hacer de nuestro mundo y de nuestra isla, un lugar mejor en el que la rabia y el dolor dan paso a la esperanza. Gracias por no cejar en vuestra lucha. Gracias por recordarnos el olor de la cordura.
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